mayo 19, 2024

La dictadura cubana, que ha ampliado sus metodologías criminales en el control que tiene de Venezuela, Bolivia y Nicaragua, no ha pasado un solo día en 63 años que ha ostentado el poder sin tener presos políticos, tribunales de justicia convertidos en centros de terror y torturar, producir penas atroces y sacrificar inocentes con el fin de infundir miedo en la población. Así han producido guerrillas de intervención, terrorismo, narcotráfico, crímenes, esclavitud internacionalista, el exilio de millones, la deserción de miles, la miseria de todos y una élite criminal millonaria e impune.

La historia de Cuba en las últimas seis décadas es prueba de esa característica tan humana que nadie aprende de la experiencia de otro, pero al mismo tiempo es vergonzosa la tolerancia al crimen por parte de las democracias de la región. Países con notables condiciones de libertad y prosperidad, como Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, han seguido y logrado materializar el “sueño cubano” en su actual realidad objetiva, el paraíso socialista del que los cubanos han querido escapar desde 1959. persisten intentos en Argentina, México, Perú, Chile y Colombia con diagnósticos reservados.

Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia son dictaduras plenas porque tienen presos políticos. Ahora mismo, más de mil en Cuba, unos 400 en Venezuela, más de 250 en Nicaragua y unos 100 en Bolivia. Los mismos regímenes dictatoriales lo certifican con la falacia de presentar a los presos políticos como imputados en sus sistemas de justicia donde los jueces son verdugos y los juicios son linchamientos.

Para las dictaduras del castrochavismo los presos políticos son parte de su capital para asegurar la permanencia indefinida en el poder con la impunidad y el control de las relaciones internacionales en las que los presos son un instrumento de negociación y cambio. Así ha sido siempre el caso en el que el dictador Castro negoció la liberación de uno o varios presos políticos a cambio de concesiones económicas y políticas como la liberación de Armando Valladares -22 años de prisión- liberado por negociaciones con el presidente francés Francois Mitterrand.

Los presos políticos del socialismo del siglo XXI son permanentemente propuestos por las dictaduras como moneda de cambio para recuperar a los criminales del castrochavismo, que son perseguidos por el sistema internacional o en países democráticos. Informes de prensa indican esfuerzos para liberar a los sobrinos del dictador Maduro condenados por narcotráfico, así como al acusado Alex Saab a cambio de prisioneros estadounidenses que las dictaduras han tomado deliberadamente con ese fin.

Todos los presos políticos son víctimas y tienen la misma importancia, pero para las dictaduras del castrochavismo tienen un valor diferente en su funcionamiento criminal. El primer valor es el valor interno con el que imponen miedo a la población nacional, desmovilizan y desorganizan cualquier posibilidad de recobrar la libertad a través de acciones de protesta social, como lo demuestran los presos políticos civiles y militares en Bolivia, los que ya se han fugado o liberado. de Venezuela y los miles convertidos en exiliados.

El valor internacional lo da la notoriedad de las víctimas, como en el caso de los artistas de Cuba o los candidatos presidenciales, periodistas y religiosos de Nicaragua cuyo número sigue aumentando, o los estadounidenses en Venezuela. Para mantener su capital, las dictaduras utilizan el sistema de “puerta giratoria” que consiste en liberar a unos y encarcelar a más.

Esto es barbarie, crimen y vergüenza, lo que demuestra que el camino para liberar a los presos políticos es acabar con las dictaduras.


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