junio 15, 2024

LA HABANA.- La empleada de una elegante dulcería ubicada en la avenida 23, frente a la heladería Coppelia, en el Vedado habanero, intenta ahuyentar a una mujer con dos hijos que suele rondar por la zona pidiendo dinero o recogiendo sobras dejadas por los clientes. .

“Voy a llamar a la policía si no te vas de aquí”, dice el camarero y amenaza con golpear a la mujer. “¿Por qué no puedo estar aquí? La calle no es tuya. Mis hijos no han comido. “Tenemos hambre”, responde. Algunos transeúntes miran a los mendigos con cierta repulsión.

La escena es observada por los pasajeros de un taxi privado que se encuentra detenido en el lugar desde hace unos minutos. “Cada vez no nos parecemos más a Puerto Príncipe [capital de Haití]. Las calles sucias, oscuras y un montón de mendigos pidiendo dinero o recogiendo cosas de la basura. Ni el Vedado está a salvo de esta plaga”, comenta el taxista. “Espero que no te encuentres en esa situación”, le dice al conductor una mujer que viaja en el taxi.

“Mi ‘puro’, no soy Dios para ayudar a los indigentes. ¿Quién tiene la culpa de tanta miseria? Gobierno. Que vayan al Comité Central del Partido. [comunista] para exigir comida”, dice el conductor. Dentro del taxi comienza un debate. Un hombre cree que “la mayoría de los que viven en la calle son drogadictos o alcohólicos. Muchos eran soplones. Si fueran buenas personas, un familiar o un amigo los ayudaría”.

La mezquindad en Cuba

Otro viajero dice que “hay que tener cuidado con esa multitud. En ocasiones se prestan para agredirte y quitarte el dinero. Hace unos días, un vagabundo (mendigo) le arrebató un fardo de pan a una anciana. El gobierno es el que debe cuidar de estas personas. fidel [Castro]¿No hizo una revolución para que no hubiera pobres en Cuba? Entonces que el Estado los ayude”.

Mientras activistas de organizaciones independientes de la sociedad civil, grupos comunitarios y religiosos se ocupan de los necesitados en las calles, un segmento de cubanos se ha vuelto insolidario y egoísta. Son indiferentes a los problemas ajenos, aunque sean los de su propia familia.

Para Eduardo, 57 años, trabajador por cuenta propia, Cuba es una jungla. “Si te mareas (te preocupas) pierdes. A veces siento pena por aquellas personas que tienen hambre y necesidades económicas. Pero si les das ‘un ungüento’ (ayuda) te molestarán todos los días, pidiéndote comida o dinero. El país está al borde del caos. Ya ni siquiera hay pan. Los que se escapan (solucionan) es porque son pinchos (líderes), tienen un bisne (negocio) o reciben dólares. Sólo ayudo a mi familia. Al diablo con el resto”, señala con crudeza.

Carlos, sociólogo, cree que, en países con crisis económicas, políticas y sociales de larga duración, surgen comportamientos mezquinos en grandes sectores de la población. “Este es el caso de Cuba. La ‘coyuntura’, como llama el Gobierno a la crisis, no empezó hace cinco años. Es la extensión de esa crisis que se agravó en 1989 con la caída del Muro de Berlín y se agravó con la desaparición de la URSS en 1991. El modelo cubano nunca fue sostenible. Funcionó en modo sanguijuela gracias a los subsidios de Moscú y más tarde de Venezuela. El tejido productivo se ha desplomado. Los valores cívicos también. “En un porcentaje alarmante de ciudadanos prevalece la marginalidad, la falta de decoro y las actitudes groseras”.

sociedad polarizada

“Desde 1959, el gobierno fomentó el odio popular contra quienes pensaban diferente. La sociedad estaba polarizada. Fidel Castro diseñó un modelo donde el Estado controlaba todo, desde los alimentos hasta la venta de un televisor. Cuando los subsidios extranjeros dejaron de fluir, el régimen, para sobrevivir, diseñó un esquema cuyo objetivo era recolectar los dólares que los llamados ‘gusanos’ enviaban a sus familiares.»

“El marco económico y político del gobierno se basa en la historia de la justicia social y la propiedad colectiva. Retórica hueca. La élite militar y la burocracia institucional se apropian de la plusvalía generada por el sector productivo y las exportaciones de servicios médicos. En Cuba opera un Frankenstein ideológico. Se esconden detrás del marxismo, pero practican el capitalismo de Estado. Estas sinergias crearon una nueva clase: la burguesía verde oliva. Por su parte, la burocracia partidista engendró una especie de simulador, mentiroso y divorciado de la realidad. Estas castas dominantes viven del dinero público, que paga sus comidas y sus privilegios. No quieren aceptar que son la clase explotadora y empobrecedora de la sociedad. El ‘paquete económico’ es una estrategia para modernizar el aparato de control y recaudación del régimen. El gobierno no subsidia al pueblo, es el pueblo el que subsidia al Estado”, concluye el sociólogo.

Pobreza extrema

Sergio, economista, está convencido de que “las nuevas medidas van a aumentar la pobreza extrema. Según algunos estudios, más del 80% de la población de la isla es pobre: ​​gana un salario que al tipo de cambio actual equivale a entre 7 y 30 dólares mensuales. Con el aumento de los precios de los combustibles, la inflación se disparará. El dólar ya roza los 320 pesos. Y seguirá aumentando. La respuesta del gobierno para abordar el déficit fiscal y la inflación es aumentar los precios, los impuestos y fortalecer los controles administrativos sobre las empresas privadas. Desde mi punto de vista es contraproducente. Para atacar la inflación y el déficit monetario, deberían recortar ministerios y reducir el gigantesco aparato burocrático y militar”.

Diana, trabajadora social, reconoce que los mayores perdedores de la crisis económica son los mayores. “Cuando hablamos de vulnerables en Cuba nos referimos a casi toda la población. Pero los mayores son los más afectados. Sus pensiones no se actualizaron según la inflación actual. De más de un millón 600 mil jubilados, el 55% gana una chequera de mil 528 a 2 mil pesos, lo que equivale a entre 5 y 7 dólares en el mercado informal. La asistencia social está desbordada, atendiendo a más de 800.000 personas en todo el país. Y es insuficiente, porque ante el acelerado deterioro de la situación, creo que, en este momento, dos o tres millones de cubanos necesitan ayuda financiera y material para superar la pobreza. Pero las autoridades dicen que no hay dinero”.

Niurka, enfermera de una residencia de ancianos, señala que “la mayoría de las residencias de ancianos están en pésimo estado de construcción. Debido a los bajos salarios no cuentan con personal para cuidar a los adultos mayores. Las condiciones de higiene, alimentación y vida son deplorables”. La emigración, que se estima entre el 7 y el 8 por ciento de la población en los últimos diez años, ha contribuido a que muchas personas mayores se encuentren sin protección filial.

«Hay personas mayores que autorizan a sus familiares a vender la casa y con el dinero pueden pagar el viaje a otra…

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