junio 17, 2024

LA HABANA. – Pasadas las cuatro de la tarde, el Parque Fraternidad, en el corazón de La Habana, Cuba, es un hervidero de gente. Una fila de bicitaxis desocupados espera a que un transeúnte los alquile.

Frente al antiguo Ten Cent de la calle Monte, decenas de taxistas privados buscan clientes. Un hombre calvo y corpulento, propietario de un viejo Moscovich de la era soviética, intenta convencer a un hombre cargado de bolsas de que le pague 2.000 pesos cubanos por el viaje hasta la puerta de su casa, lo que equivale a poco más de 7 dólares al tipo de cambio del mercado. informal: no es un precio abusivo.

“Hermano mío, esos son los precios que traía el barco de la ‘coyuntura’”, se justifica el taxista y agrega: “Tengo que pagar el litro de gasolina a 500 pesos y la libra de carne de cerdo o de frijoles negros al mismo precio. . Es una locura. Te puedo hacer un descuento de 300 pesos. No más”, insiste.

Su interlocutor no cede. “De aquí a La Víbora hay menos de seis kilómetros. Estás apretando, asere”. Y optar por coger un taxi colectivo o que aparezca un autobús de carretera. Imposible. El tumulto es enorme cada vez que aparece un ‘almendrón’. Abatido, se sienta en un banco del parque, junto al antiguo Palacio de Aldama, y ​​como muchos cubanos, se desahoga con quien quiera escucharlo.

El país no es normal.

“Este país no es normal. Esta gente (los jefes del régimen) tiene que darse cuenta de que son idiotas. No saben cómo gestionar la economía. Pagaría una jubilación vitalicia en una isla de Grecia. O que establezcan una monarquía como en España, si tanto les gusta el poder. Pero que se vayan, por el amor de Dios, hay mucha gente que tiene hambre”, y comienza a contar su historia.

“Para Navidad, un amigo que vive en Estados Unidos me envió, a través de una de esas agencias que venden comida a los emigrantes cubanos, 15 libras de carne de cerdo para Navidad, una botella de aceite y otra de sidra y aceite y 50 dólares para que Podía comprar turrón y uvas. Era como la cucaracha Martina sin saber en qué gastar el dinero. Ya sabes cómo son las cosas en Cuba. Uno tiene muchos problemas en casa y quiere estirar el dinero. En las tiendas MLC un turrón cuesta entre 4 y 5 dólares. Las mipymes lo venden entre 700 y 800 pesos, que al cambio de un dólar por 270 pesos me resultó más rentable. Vendí los 50 dólares, me dieron 13.500 pesos. El dinero se evaporó inmediatamente, en temas que eran prioritarios. Al final no pude comprar turrón y mucho menos uvas, ya que un racimo costaba más de 11 dólares en las tiendas de divisas. Llegué a casa con 170 pesos. Al menos el día 24 ceno cerdo y espero el año nuevo», confiesa el hombre.

Luisa, 55 años, profesora de secundaria, no tiene previsto celebrar la Nochebuena. En su destartalado frigorífico Haier sólo tiene pomos de agua, dos libras de masa de croquetas y un paquete de 500 gramos de pavo molido con soja. “Hasta 2020, para bien o para mal, celebrábamos la Navidad en familia. Pero cuando el gobierno implementó la ‘Tarea Ordenamiento’, la inflación se disparó y todo cambió. No tengo ganas de poner el árbol en el salón. ¿De modo que? «Si no tenemos comida ni dinero para celebrar la Navidad».

Lo peor, considera Julio César, arquitecto, no es que ni siquiera tengamos pollo para Navidad y fin de año. «Lo terrible es que no se puede ver la luz al final del túnel. Cuando crees que has tocado fondo, seguimos cayendo en el abismo. 2024 se perfila como un año aún más oscuro para los cubanos. Funcionarios del gobierno Lo pasamos mal todo el tiempo”, reuniéndose y levantando consignas. No ofrecen soluciones mientras el país se hunde. Si las organizaciones internacionales no declaran un SOS, corremos el peligro de desaparecer como nación».

no mires las noticias

Una psicóloga habanera dijo a DIARIO LAS AMÉRICAS que recomienda a sus pacientes no ver las noticias ni leer la prensa estatal y así evitar deprimirse. “Más del 80 por ciento de los cubanos viven en la pobreza, incluidos los profesionales. El déficit alimentario también afecta a las personas que reciben remesas. Comes lo que puedes, no lo que quieres. No existe un plan de Estado coherente para frenar la inflación y la brutal crisis económica y sistémica. La salida del gobierno es hacer más propaganda y hablar de ideología entre una ciudadanía harta después de 65 años de promesas incumplidas. Es contraproducente, en ese estado de shock, que la gente lea el periódico Granma o vea los noticieros televisivos donde se distorsiona la realidad. “Recomiendo a mis pacientes que, para evitar el estrés, alquilen series y películas divertidas”.

Luis Alberto, metalúrgico, coincide con el experto en que la narrativa del régimen parece “un cuento de hadas de otro país que no es Cuba. Es una realidad paralela a la que vive la población. Los ministros son tan incapaces que ni siquiera el agente más competente de la CIA haría más daño que este gobierno. Debido a la crisis, llevo tres años sin trabajar y recibo un salario de 3.000 pesos mensuales (un poco más de 11 dólares), que uso para pagar la luz, comprar pan y algo de comida. Todo el mundo en la calle habla de lo mismo: Cuba tiene que cambiar o habrá una hambruna al estilo de Corea del Norte. Los únicos que no se dan cuenta del desastre son los gobernantes. Todos gordos y con cuellos de toros cebados que, sin menear la voz, os piden más sacrificio y ‘resistencia creativa'».

A falta de dos semanas para que finalice 2023, en la calle se percibe un sentimiento de decepción y enfado. Salvo en hoteles de lujo y negocios privados a los que la mayoría de los cubanos no tienen acceso, no hay luces ni adornos navideños en la capital.

La Habana parece haber sufrido un bombardeo. Vertederos de basura con enjambres de mosquitos, cucarachas y ratas inundan los rincones. La suciedad de las puertas, el hollín de las fachadas de los edificios sin pintar y las calles destruidas, siguen siendo hoy fotografías de los barrios.

Joel, trabajador comunal, no cree que haya una mejora en el corto plazo. “La mayoría de los camiones de basura están averiados o no hay repuestos. El Estado nos asigna sólo el 30 por ciento del combustible que necesitamos para limpiar la ciudad”.

No hay recursos ni combustible. La gente tiene que esperar tres o cuatro horas para subir a un autobús lleno de gente o cargar el ataúd para enterrar a sus seres queridos, porque la situación es igualmente caótica en el transporte urbano, los servicios funerarios y las ambulancias en policlínicos y hospitales.

El país está en quiebra. La economía, anunció el régimen, disminuirá entre uno y dos por ciento. El plan de muchos cubanos sigue siendo abandonar el país. Quienes no pueden emigrar viven de lo que «se cae del camión» o de la ayuda de familiares y amigos en el extranjero.

En un momento triste…

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