mayo 6, 2024

Las principales áreas productoras de soja registraron, por tercer año consecutivo, lluvias por debajo de lo normal, lo que se suma a una limitada cantidad de agua almacenada en el perfil del suelo. Este contexto determina el normal desempeño de los cultivos, por lo que el INTA brinda una serie de recomendaciones para la siembra de soja para estabilizar los rendimientos.

Según Luis Pagnan, especialista del INTA Justiniano Posse (Córdoba), la situación actual de la región exige “repensar las estrategias comunes de plantación. Es decir, realizar una caracterización adecuada de los ambientes de producción en términos de calidad de suelo y agua disponible”.

Para ello, Pagnan recomendó “analizar el agua útil a una profundidad de dos metros y la ubicación del nivel freático, que -en algunos casos- puede resultar en un importante aporte de agua durante el desarrollo del cultivo”. En esa línea, reconoció que, “en la región norte y sureste de la provincia de Córdoba es común encontrar perfiles con disponibilidad hídrica relativamente baja en comparación con otras campañas espesas”.

Por su parte, Gerardo Quintana, especialista del INTA Las Breñas (Chaco) se refirió a este punto y precisó que, en caso de que las lluvias de noviembre y diciembre no sean suficientes para recargar los perfiles, es importante considerar un retraso en la la siembra.

“Así -añadió- se podrá cumplir con el objetivo de acumular los mayores niveles de agua posibles en los perfiles para aumentar los índices de desempeño”.

Pagnan coincidió con Quintana y explicó: “Esto permite ubicar más tarde el período crítico del cultivo, con una menor demanda atmosférica de agua y evitar la coincidencia con las temperaturas máximas de principios de enero”. A su vez, agregó que esto lleva a reducir los riesgos de estrés por calor, cuya combinación con períodos de estrés hídrico puede producir impactos negativos significativos en el rendimiento.

Asimismo, Juan Enrico, investigador del INTA Oliveros (Santa Fe), dio un paso más y reconoció que con estas propuestas se pretende lograr estabilidad y elevar el listón de los rendimientos de los cultivos. “Hay que garantizar la acumulación de humedad en los perfiles, de lo contrario se limita la evolución del cultivo”, añade.

Un problema, varias estrategias

Además de retrasar la fecha de siembra, los especialistas coincidieron en la necesidad de combinar este manejo con la selección de variedades según el grupo de madurez y resistencia. “Esto ayuda a reducir el riesgo de estrés durante enero”, explicó Quintana.

Para la correcta selección, el INTA cuenta con la Red Nacional de Evaluación de Cultivares de Soja (RECSO), liderada por el INTA Marcos Juárez –Córdoba–. Allí se pone a disposición de los productores información estratégica sobre cada grupo de madurez, sobre la genética de mejor comportamiento, en cuanto a rendimientos y estabilidad para cada zona de producción.

Por otro lado, con respecto a la soja premium, Enrico sugirió “retrasar la fecha de siembra y mantener el grupo de madurez del cultivar o mantener la fecha de siembra con un aumento en el grupo de madurez que se suele utilizar; por ejemplo, pasando de IV a V”.

Mientras que, para la segunda cosecha, el objetivo tiene que ver con generar biomasa y darle la posibilidad de crecer y pasar por la alta demanda de agua de enero y principios de febrero. Para ello, el especialista de Oliveros recomendó “elevar el grupo de madurez y posicionar el crecimiento vegetativo en ese momento, siempre en función de la fecha media de helada temprana en cada zona de producción”.

Otro aspecto a tener en cuenta, según los especialistas, es la adaptabilidad de las distintas variedades del mercado. Esta estrategia proporciona estabilidad y adaptabilidad de acuerdo al potencial de desempeño. “Así, será factible hacer frente a situaciones en las que hay poca acumulación de agua o, incluso, se esperan pocas precipitaciones durante el ciclo de cultivo”, añade Quintana.

Asimismo, el INTA busca determinar el índice de competencia de los cultivares con malezas; lo que permitió determinar que la elección de variedades con mayor posibilidad de ramificación permite una óptima competencia con las mismas.


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