mayo 18, 2024

06/02/2023 a las 19:39

TEC


Estamos escuchando casos, cada semana, ejemplos, situaciones concretas, desde hace mucho tiempo, de la voracidad de los fondos buitre contra los humildes inquilinos indefensos. Es importante que la televisión dé visibilidad a estos ciudadanos totalmente desprotegidos.

Hace una semana, el reportero gonzo (‘Salvados’, La Sexta) estaba en el suelo de Elisenda, en Casa Orsola, en pleno Eixample barcelonés. Ha estado pagando su alquiler religiosamente durante 32 años. Ahora la propiedad es de un fondo de inversión español (Lioness Inversiones) y la van a botar. «No quieren inquilinos como nosotros, no les interesa. Quieren inquilinos a corto plazo y que suban los alquileres”. contado Elisenda. El trauma mental, emocional, psicológico que está sufriendo es aterrador. Cada mañana se levanta con miedo, ansiedad, de no saber si va a pasar la noche. En cualquier momento del día pueden ponerlo en la calle y quedar a la intemperie, sin techo. Vi este caso sentado cómodamente en casa y me moví indignado en mi silla. Y me di cuenta de que es importante estar indignado. Que la tele nos recuerde que tenemos que estar indignados. Porque ya se nos olvidó aquel ‘Indignez-vous’ que escribió, dijo, gritó, Stephane Hessel.

Esta semana me he vuelto a indignar con un caso que nos enseñó ‘La Sexta Explica’. Es sobre antonio, un jubilado de 85 años, y su esposa Mari, de 82 años. Hace 23 años pudieron acceder a un piso en un edificio de protección oficial. En Alcorcón. Tienen una pensión muy modesta y acordaron una renta de 200 euros. Tiempo después, la Comunidad de Madrid vendió el inmueble al fondo Blackstone. ¿Cómo se puede vender una propiedad protegida a un fondo privado? Consecuencia: el alquiler ha subido a 650 euros, y amenazan con subidas del 60%. vemos a antonio en su apartamento, con Mari, bebiendo café. Él dijo: «Es una lucha contra un gigante. Nos van a desalojar. Ni siquiera actúan como buitres. El buitre planea alto en el cielo, y antes de lanzarse, espera que su presa muera. En nuestro caso no tienen paciencia. Con 82 y 85 años que tenemos, ¡por Dios!, si esperaran un poco…».

Puede que Antonio tenga más de ochenta años, pero su irónica, aterradora y muy precisa parábola del buitre muestra que tiene las células cerebrales perfectas. No sé si mientras escribo estas líneas ya se les habrá echado encima el buitre. La indignación es necesaria, pero no suficiente.

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