Desde la última semana de diciembre de 2023, el ajuste del sector público argentino, bajo la gestión del gobierno de Javier Milei, es una realidad que ha impactado diversos aspectos económicos, entre ellos la Salario mínimo. Este salario básico, de 156.000 pesos (unos 156 dólares), ha quedado rezagado en medio de la devaluación que ha disparado los precios, superando el 20 por ciento. En términos dolarizados, el salario mínimo mensual argentino al cierre de diciembre se posiciona como el penúltimo más bajo de América Latina, al alcanzar los $152, según la consultora Statist.
La cifra, si bien refleja una realidad estadística, no considera ajustes en función del poder adquisitivo ni del costo de vida de cada economía. Venezuela tiene el salario mínimo más bajo de la región, $3,61, mientras que Costa Rica encabeza la lista con $687, superando Argentina en más de cuatro veces y media. Uruguay, con 570 dólares, continúa en la lista, lo que explica la tendencia de la mano de obra que cruza el Río de la Plata en busca de empleo temporal.
En comparación con otros países de la región, el Salario mínimo en Argentina queda atrás. Chile, bajo la administración de Gabriel Boric, ha implementado aumentos graduales que llevarán el salario básico a 500.000 pesos chilenos (567 dólares), cuatro veces más que el salario argentino. Ecuador, Colombia y Brasil también superan a Argentina en este indicador.
Dentro de la política salarial de la administración Milei, las actualizaciones salariales se retrasan, y el secretario de Trabajo, Ómar Yasin, anuncia la convocatoria del Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil en los próximos días, calificando los aumentos como «considerables». Este contexto genera tensiones en las reuniones paritarias entre empresarios y sindicatos. Argentinacon amenazas de despidos debido a la recesión.
El ajuste en la política de ingresos ha llevado a una pérdida significativa del poder adquisitivo de los salarios formales en Argentina. En noviembre de 2023, los salarios aumentaron un 6,3%, perdiendo frente a una inflación del 12,8%. En los últimos cuatro meses, marcados por la devaluación y el aumento de la inflación, los salarios formales crecieron un 37,6% frente a una inflación del 54,8%, lo que representó una pérdida del 11,1% en poder adquisitivo.
