El devastador terremoto de Taiwán brinda a China la oportunidad de hacer algo completamente fuera de lugar: apartarse del camino y no tratar de dictar cómo llega la ayuda a las zonas afectadas, mientras se intensifica la búsqueda de sobrevivientes. Esa debe ser la prioridad.
Aún se está evaluando el alcance de los daños, pero se trata del mayor terremoto que ha azotado Taiwán en 25 años. Al menos siete personas han muerto y esa cifra podría aumentar. Más de 700 personas resultan heridas y decenas siguen atrapadas. Mientras Taiwán evalúa la magnitud del daño tanto a su gente como a la vital industria global de semiconductores, la isla necesita ayuda y asistencia internacional.
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