mayo 19, 2024

La noticia que ha sacudido a Wall Street provino de Moody’s, la reconocida agencia de crédito. El viernes pasado, después del cierre del mercado, Bloomberg informó que Moody’s había rebajado la calificación de la deuda estadounidense. Este anuncio desató una serie de reacciones, tanto de la Administración Biden como del Departamento del Tesoro, donde Janet Yellen expresó su desacuerdo y consideró injusta la decisión en un momento inoportuno.

Esta rebaja de calificación pone de relieve un problema fundamental que podría recordar crisis anteriores. Desde la burbuja tecnológica de 2000 hasta la crisis inmobiliaria y bancaria de 2008 y, más recientemente, la crisis del COVID-19 de 2020, Ahora nos enfrentamos a la potencial crisis de los gobiernos.

La pérdida de confianza en la economía se manifiesta en la base actual de la fuerza estadounidense, que descansa principalmente en su poder militar. Aunque el tensiones geopolíticas, como las relacionadas con Israel y Ucrania, han mantenido la atención mundial sobre el poder militar de Estados Unidos, la mirada se desvía del problema real: la financiación de estas operaciones, sustentada en gran medida por la deuda. Sin embargo, Moody’s volvió a poner el foco en la deuda soberana y la crisis crediticia, que es un tema de vital importancia y de larga data.

La rebaja de la calificación crediticia tiene repercusiones directas en los Credit Default Swaps (CDS), que ahora se han disparado hasta niveles preocupantes, alcanzando el 57,38, según datos de Bloomberg. Este aumento obligará a Estados Unidos a emitir más deuda a tasas de interés más altas, aumentando el déficit presupuestario y comprometiendo aún más la capacidad del país para pagar los intereses de su deuda.

La pérdida de confianza en la economía también afecta al dólar estadounidense, erosionando su valor y credibilidad. Este deterioro se traduce en una necesidad urgente de emitir más dinero para hacer frente a las obligaciones financieras, una estrategia que algunos creen que sólo contribuirá a los problemas de inflación a largo plazo.

Además, el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, ha sugerido que la solución a los problemas actuales es seguir imprimiendo dinero, una medida que cree resolverá los problemas inflacionarios y económicos hasta 2024 o 2025. Sin embargo, este panorama genera incertidumbre y preocupación entre los inversores.

El 17 de noviembre se presenta como una fecha crítica, ya que muchos contratos de derivados financieros expirarán, y además, Existe la posibilidad de un cierre del gobierno estadounidense si no se vuelve a aumentar el techo de gasto.. Esto dejaría al Gobierno sin fondos para hacer frente a sus obligaciones financieras, situación que el mercado valora con un 2% de probabilidad, según datos recientes.

La rebaja de Moody’s ha tenido un impacto inmediato en el mercado. El índice de volatilidad, VIX, ha experimentado un aumento, y los bonos a 30 años muestran un ligero aumento en sus tipos. El dólar, por su parte, ha experimentado movimientos significativos: el índice dólar se ha disparado y el eurodólar muestra signos de fortalecimiento. Esto podría sugerir una posible corrección de los índices bursátiles y una subida de los tipos de interés de los bonos en los próximos días.

En este escenario, la confianza en la economía estadounidense se ve amenazada y la dependencia de su fuerza militar como principal fuente de confianza se vuelve insostenible a medida que se magnifican los problemas financieros. China, por su parte, ha dejado de comprar deuda estadounidense en los últimos dos años, y la visita del presidente chino a Washington refleja la necesidad de colaboración militar y la petición de reconsiderar la compra de deuda.

En este contexto, Es fundamental que la Administración Biden y los líderes financieros tomen medidas decisivas y realistas para abordar los desafíos actuales y establecer una base sólida para el futuro.. Ignorar estas cuestiones podría tener consecuencias devastadoras para la estabilidad económica no sólo en Estados Unidos, sino también a nivel mundial.

Definitivamente, La rebaja de la calificación crediticia de Moody’s actúa como una llamada de atención recordándonos la necesidad de una gestión financiera prudente y de políticas económicas que promuevan la estabilidad a largo plazo. El camino no será fácil, pero afrontar estos desafíos con determinación y visión estratégica será esencial para construir un futuro económico sólido y sostenible.


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