mayo 6, 2024

Para muchos el sueño es sagrado, porque es un proceso natural del cuerpo que se requiere para reponer la energía que se gasta a lo largo del día; sin embargo, además de esta importancia, también es necesario acostarse temprano o de lo contrario podrían aparecer otro tipo de efectos negativos: se puede perder el control de los impulsos.

Es justo en este punto cuando el cerebro comienza a emitir una serie de ideas que poco a poco van introduciendo al individuo a las conocidas como “placeres culpable“. Un claro ejemplo de estos puede ser probar alimentos altos en azúcares y carbohidratos, fumar y pasar horas en el celular.

«La noche se asocia con un aumento de los comportamientos impulsivos y desadaptativos. Aquí se consideran datos empíricos sobre cuatro de estos comportamientos: suicidio/autolesiones, delitos violentos, consumo de alcohol u otras sustancias e ingesta de alimentos», se lee en el estudio publicado en la revista Revista Fronteras.

Investigadores de las universidades de Harvard y Pensilvania estudiaron este curioso fenómeno y generaron una nueva hipótesis llamada «Mente después de la medianoche». El estudio señala que el cerebro produce cambios cuando las personas se mantienen despiertas durante «noche biológica circadiana«, que comienza después de la medianoche.

Los expertos explicaron a través de su trabajo que quienes permanecen despiertos hasta altas horas de la noche producen, en su mayoría, cambios neurofisiológico en el cerebro y, en consecuencia, alteran la forma en que interactúan con su entorno. En este caso, también afecta el control de los impulsos impedidos para tener en cuenta las consecuencias de sus acciones.

¿Qué le sucede a la mente después de la medianoche?

Independientemente de la razón, el insomnio puede contribuir a la desregulación del comportamiento del individuo. En este caso, el insomnio, las pesadillas, la falta de sueño o los trastornos del ritmo circadiano pueden provocar «vigilia nocturna, hipervigilancia y regulación emocional limitada», se lee en el documento.

Sin embargo, el alcohol y otras sustancias pueden producir «vigilia de rebote, incluso si la intoxicación persiste. Además del estrés, la ansiedad y los trastornos del estado de ánimo promueven la vigilia nocturna incluso cuando socavan la toma de decisiones».

Los expertos explicaron que durante el día las actividades neuronales y la capacidad de respuesta se ajustan a nuestro comportamiento habitual. Sin embargo, por la noche los parámetros se ajustan al comportamiento habitual del sueño.

«Entonces, si estamos despiertos en estos momentos, la neurofisiología tiende a fomentar la desregulación del comportamiento, especialmente cuando estos efectos de la hora del día se combinan con la pérdida o interrupción del sueño», se lee en el estudio. todavía faltan hipótesis e investigaciones.

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