mayo 19, 2024
Madrid

15/11/2023 a las 08:23

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El candidato socialista consigue 179 votos para ser reelegido, pero afronta un nuevo ciclo político lleno de minas: la convivencia de sus socios y el particular encaje de Junts, además de la total ruptura de puentes con el principal partido de la oposición y la imposibilidad de que España tiene un gran consenso

El debate de investidura comienza este miércoles con un candidato que ha logrado reunir el apoyo de 179 diputados. Los de PSOE, Sumar, ERC, Junts, EH Bildu, PNV, BNG y Coalición Canaria frente a los 171 de PP, Vox y UPN. La previsión es que Pedro Sánchez tome posesión en la primera votación, con mayoría absoluta, el jueves. Tendrá doce votos más que en 2019. Un apoyo mayor que, sin embargo, no es sinónimo de estabilidad. La ruptura de puentes con el principal partido de la oposición aleja el consenso necesario para reformar el sistema de financiación autónomo o renovar el Consejo General del Poder Judicial con las normas vigentes.

Además, el encaje forzoso de Junts en el bloque de investidura, tras años de enfrentamiento, dificulta la gobernabilidad. Sus siete votos, como los del resto de socios de investidura, son imprescindibles para aprobar cada ley. La aritmética parlamentaria que sale de las urnas sólo permite el margen de abstención de uno de los socios siempre que se sume CC. Un bloque heterogéneo de nacionalistas e independentistas, tanto de izquierdas como de derechas, con partidos que compiten electoralmente entre sí, como han demostrado Junts y ERC en las negociaciones de investidura.

A esta inestabilidad parlamentaria se suma la tensión social creciente yen las calles con protestas contra la amnistía. Movilizaciones que tanto PP como Vox pretenden sostener en el tiempo, dando por sentado que habrá muchos momentos de tensión. Los populares elevan su diagnóstico y consideran que la legislatura, más que inestable, será directamente «convulsiva».

Alberto Núñez Feijóo se prepara para liderar una “dura oposición” que cuando dio el salto a la política nacional nunca lo consideró. Primero, porque siempre creyó que llegaría a Moncloa. Y, segundo, reconocen en Génova, porque este ciclo político se abre de la mano de una ley de amnistía que consideran inconstitucional y que dará paso a un “chantaje constante”.

En el PP diseñan una estrategia de ataque constante al PSOE y, al mismo tiempo, de desestabilizar tan lejos como sea posible el bloque que apoya a Sánchez. La decisión de acercar posiciones con los nacionalistas la tomó Feijóo hace tiempo: sin eso, dicen en su equipo, es muy difícil volver a gobernar. En el PP reconocen que cada votación y cada negociación puede ser una «tortura». para el socialista. Y en este intento de complicarle la vida al Ejecutivo también jugará un papel fundamental. la mayoría absoluta en el Senado.

Quedó claro este martes con la aprobación del cambio en las regulaciones de la Sala con el único objetivo de dilatar los plazos de la ley que perdona los delitos del proceso. «En cada ocasión utilizaremos todos los instrumentos que tenemos», resumió en el PP. Él poder territorial Es la otra arma que tienen. La mayoría de comunidades autónomas están gobernadas por el PP y también se llevarán al límite las opciones de forzar conferencias de presidentes o debates sectoriales.

Presupuestos y fondos, otra prueba

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