junio 16, 2024

11/03/2023 a las 22:10

TEC


Las recientes apariciones de la niña de 10 años despiertan todo tipo de especulaciones sobre el hermético país comunista

Una colegiala se robó los reflectores de la imponente misil Hwasong-17 en noviembre. Fue a tirarle la mano a su padre, Kim Jong-un, y la foto revolucionó el gran gremio de coreólogos del norte. Acostumbrados a tratar con migajas, en los últimos meses han estado disfrutando de un festín. La prensa nacional también lo ha mostrado en un banquete militar o presidiendo un evento deportivo y la ha premiado con epítetos que subrayan el sagrado linaje de Monte Paektu: la hija amada, la hija respetada, la hija preciosa…

El país más hermético del mundo nos obliga a tejer biografías con retazos. De la hija se sabe que se llama Ju-aetiene diez u once años y es la mediana de los tres descendientes de Kim Jong-un y su esposa, Ri Solju. La abstracción del género es necesaria porque se desconoce si los demás son niños o niñas. Ju-ae no se conocía hasta denis rodmanel excéntrico ex jugador de baloncesto de la NBA y amigo cercano del dictador, lo mencionó en 2013. “Tenía en mis brazos a su niña Ju-ae y también hablé con su esposa Ri”, aclaró tras uno de sus viajes a Pyongyang. La inteligencia surcoreana ha añadido esta semana que disfruta de la montar a caballo, nadar y esquiar. También que recibe el educación en el hogar en contraste con la escuela internacional elitista en Suiza donde su padre se formó bajo una identidad falsa.

De su salto al ring solo queda acuerdo en sorpresa. Muy poco se sabía de la galería de esposas, amantes e hijos de su padre, Kim Jong-il. Pero la diplomacia de Corea del Norte no juega a los dados y, habiendo llegado a la conclusión de que la prematura exposición pública de Ju-ae contiene un mensaje, es urgente encontrarlo. Y ahí es donde comienza el conflicto.

La dinastía desde 1948

Algunos dicen que Ju-ae ya ha sido ungido como cuarto eslabón de la dinastía que gobierna el país desde 1948. Goza de portadas ante el anonimato de sus hermanos y su presencia central en los hechos bélicos intentaría legitimarlo ante el estamento nacional más poderoso. Ni la esposa ni la hermana de Kim Jon-un gozaron de títulos tan entusiastas en la prensa nacional y no parece irrelevante que su rostro aparezca en cinco de los ocho sellos de la serie con el que Pyongyang conmemoró aquel exitoso lanzamiento de misiles en noviembre.

Otros desdeñan la conclusión por imprudente y creen que es demasiado pronto para abrir el melón de la sucesión. Pronto para el padre todavía en la treintena y la hija preadolescente. Los motivos de su exposición permiten diversas especulaciones. Quizá Kim Jong-un quiso enfatizar el peso de la sangre en el trono sin prejuzgar su decisión hereditaria. Tal vez quería distraer a la gente de un contexto árido pospandemia y escasez de alimentos. O tal vez solo quería presumir a su hija como cualquier padre orgulloso. Una líder femenina atacaría al casuística testosterónica y heteropatriarcal de un régimen fosilizado en tantas cuestiones. El año pasado, solo el 4,6% de los más de 300 altos cargos en el Gobierno y el Ejército estaban ocupados por mujeres. Eran 15 y, según cuenta el diario surcoreano ‘JoongAnd Ilbo’, los últimos bailes de sillas les han dejado a las nueve. “El papel de la mujer en Corea del Norte se mantiene en niveles del mundo premoderno”, razonaba el medio.

La elección de sucesión, si lo es, contrasta con la anterior. Kim Jong-un,…

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