Si la publicación de sus memorias ya provocó el rechazo de la Familia Real y la prensa, ahora el Principe Harry se enfrenta a una situación peligrosa que le llevaría a forzar sus movimientos al máximo posible.
Sucede que el Principe Harry no midió las consecuencias de «In the Shadows», su libro más vendido lleno de revelaciones sobre su adolescencia, su relación con los Windsor y su permanencia en el ejército británico, en el que sirvió durante una década.
En uno de los pasajes de su biografía, el duque de Sussex confesó haber matado a 25 talibanes durante sus dos giras por Afganistán, entre 2007-2008 y 2012-2013. «Eran piezas de ajedrez sacadas del tablero, gente mala eliminada antes de que pudieran matar a la gente buena», reveló el Principe Harry.
Esto provocó la reacción del grupo terrorista Al Qaeda, que en el número 8 de su revista «One Unmah» llamó al asesinato del príncipe Harry. Los argumentos se basan en la frialdad de sus dichos, “como si la sangre de los afganos no tuviera respeto en esta mentalidad arrogante, e incluso el propio Al Zanim se ha referido al racismo inherente a este tipo de ser humano”.
Las voces del movimiento islámico también surgieron desde Afganistán, donde los talibanes recuperaron el control del país y también rechazaron las confesiones de los Principe Harry.
En el texto, difundido en los últimos días, Al Qaeda dejó claro que su único objetivo será la Principe Harry y no la Corona británica o cualquiera de sus miembros.
Hasta el momento, el hijo del rey Carlos no se ha pronunciado al respecto, aunque es probable que haya reforzado la seguridad de su familia que, tras su salida de «la Firma», ha quedado en manos privadas.