mayo 2, 2024

Ni sus más acérrimos críticos niegan sergio masa una alta dosis de creatividad a la hora de pensar en nuevas «medidas-parche» que le permitan extender una relativa estabilidad financiera hasta que llegue la renegociación «real» con el FMI. Es decir, lo que pasa después del cambio de gobierno.

Por eso, en este momento, circulan en el mercado diversas versiones sobre medidas para adelantar el ingreso de dólares y frenar la salida de divisas en rubros considerados «no prioritarios». Algunos ya han sido probados varias veces, otros tienen colores más nuevos, pero todos comparten la misma característica: implicará mayores distorsiones para el funcionamiento de la economía.

Hay analistas que ya están advirtiendo las consecuencias que traería un posible impuesto a las importaciones o una percepción de volver a medio plazo. Implicaría, de hecho, una devaluación del orden del 30% para casi todas las importaciones excepto energía e insumos industriales.

Con la balanza comercial acumulando un déficit de US$4.387 millones para el primer semestre, hubo quienes argumentaron que una medida de este tipo podría ser una solución viable para contentar a ambas partes: el Fondo vería el efecto equivalente a una devaluación, lo que frenaría las importaciones, mientras que el Gobierno mantendría el tipo de cambio actual para el pago a los exportadores. Y, sobre todo, al no hacer la devaluación directamente, se evitaría el impacto social que suelen tener los saltos bruscos del tipo de cambio.

De hecho, el Viceministro Gabriel Rubinstein -verdadero ideólogo de esta medida- tenía en su cartera, incluso antes de ser designado para su cargo, un plan para un tipo de cambio que se desarrolla eso llevaría todas las importaciones que no se consideraban vitales a un nivel similar al del dólar MEP.

Esta medida cumpliría la parte de frenar la salida de dólares. Y se complementaría con un nuevo intento de adelantar el ingreso de divisas del sector agroexportador. En el campo se habla de una cuarta versión del «dólar de la soja» y también de un eventual «dólar de los granos», que reconocería un tipo de cambio preferencial para productos como el maíz, el sorgo y el girasol.

Sergio Massa juega sus cartas en la fase final de la negociación con el FMI: medidas con efecto devaluatorio pero sin devaluación formal

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El campo, en estado de parálisis

El problema es que hay un inevitable «lado B» en este tipo de medidas, sobre el que se empiezan a escuchar advertencias.

La primera consecuencia, por supuesto, es paralización en determinados sectores de actividad. Independientemente de si el rumor se materializa o no, el mero hecho de que esté circulando pone a las empresas posiblemente afectadas en modo defensivo. En el campo agrícola, por ejemplo, hay grandes empresas que paralizaron sus operaciones comerciales ante el riesgo de un aumento inminente de los precios.

Y la expectativa de nuevas medidas de incentivo a la exportación por la caída de los contratos de futuros de soja y maíz.

En cualquier caso, la duda en el mercado es si este recurso sigue siendo útil o si ya ha sufrido demasiado desgaste. En la última edición, si bien Massa logró cumplir su meta de ingresar US$5.000 millones, hubo una dura pugna entre productores y exportadores: los primeros encontraron el precio bajo, y los segundos temieron no poder validar lo que pagaron en el mercado interno cuando luego salieran al mercado internacional.

Esto pone al Gobierno en una situación compleja, porque sabe que si el nuevo incentivo cambiario ninguna mejora respecto a lo ofrecido en mayo -unos $340 a precios de hoy-, apenas hay un buen nivel de exportación, pero por otro lado hay un límite a lo que la industria exportadora está dispuesta a pagar.

Un informe de la Fundación Mediterránea advierte que, lejos de las cifras de experiencias anteriores, un «dólar de soja 2» difícilmente podría ingresar más de US$2.000 millones. Y añade que, además, la consecuencia de la medida sería «secar los ingresos de los meses posteriores».

“La trayectoria a la baja de las reservas del Banco Central hacia fin de año puede encontrar una pausa, de darse este escenario, pero la tendencia no se interrumpirá”, argumenta. Jorge VasconcelosEconomista Jefe del Mediterráneo.

Lo cierto es que la situación actual -es decir, con proliferación de rumores pero sin medidas concretas- es la peor, porque paraliza la actividad comercial. Si los productores de soja ya son conservadores al tener poco stock restante en bolsas de silo -alrededor de 10 millones de toneladas, menos de la mitad de lo que se había ahorrado hace un año-, el solo hecho de que se hable de una cuarta edición del régimen preferencial del dólar pone una nota extra de cautela a la hora de vender.

La soja sigue en los silobolsas: ante la expectativa de medidas, el rubro entró en parálisis comercial

La soja sigue en los silobolsas: ante la expectativa de medidas, el campo se paralizó…

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