Fue una semana convulsa para el Gobierno, los mercados y el país en general. Con variables macroeconómicas realmente adversas, y un dólar blue que se escapa cada vez que puede, Argentina navega en aguas turbulentas. La renuncia de Martín Guzmán, el pasado 9 de julio, sacó a la luz el absoluto desconcierto que muestra el oficialismo estos días.
La designación de Silvia Batakis al frente de la cartera económica trató de calmar los ánimos, pero nada de eso sucedió. Sigue reinando la incertidumbre y el desconfinamiento, algo que el Gobierno advierte claramente, aunque lo minimiza o desmiente a través de sus portavoces. Por eso, el último «bofetón» se produjo esta semana, con el nombramiento de Sergio Massa al frente de dicha área, pero acaparando además otras dos carteras clave como Producción y Agricultura. Así, el ministerio comandado por Julián Domínguez quedó “fuera”. Sin duda, toda una señal, en un escenario marcado por la famosa grieta entre el Gobierno y el campo.
“Somos uno de los sectores más dinámicos de la Argentina y la verdad es que la eliminación del rango ministerial es una lástima. Pero ahora lo que estamos esperando es un plan que nos permita salir de esta grave crisis que tiene el país”, reconoció a Ecos365 el presidente de la Federación Agraria Argentina (FAA), Carlos Achetoni.
En la misma línea, la presidenta de CARSFE, Sara Gardiol, dijo a este medio: “Creo que estos cambios que se han producido en el equipo económico deben estar sustentados en un plan que sea consistente y predecible en el tiempo”.
Lo que reclama el sector agropecuario no difiere de las necesidades de los sectores productivos en general. Las reglas claras y la previsibilidad no son un eslogan de campaña, sino una realidad que permitiría a los productores tener más certeza antes de realizar una inversión pensando en producir alimentos.
Temas pendientes y candentes
En esta nueva etapa, lo que viene no será fácil para el sector agropecuario. En la antesala a un año electoral tan trascendental para el oficialismo seguramente surgirán mucho más las políticas de bienestar y para eso es necesario contar con fondos. En ese sentido, históricamente se sabe dónde los puede conseguir el Gobierno y ahí siempre se considera la “caja” del campo. De hecho, los esquemas tributarios para el sector son uno de los puntos a discutir con el “superministro”.
Por eso, el tema de los Derechos de Exportación (retenciones) seguramente volverá a la agenda pública y allí los líderes rurales deben tener la guardia alta, entendiendo que cualquier aumento de impuestos será perjudicial para la producción.
La brecha cambiaria también es un problema a resolver porque impacta de lleno en el negocio y sus márgenes. Aunque el instrumento creado por el BCRA para que los productores vendan más soja parezca un «salvavidas», difícilmente tendrá mucha aceptación porque hay algo que se ha resentido o dañado entre el Gobierno y el campo: la confianza. Cuando eso sucede, los guardianes internos prefieren «mantener los chirridos» en lugar de caer en una medida que, si es confusa o difícil de entender, probablemente no ayude.

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