abril 20, 2024

Una vez más la meteorología será la gran protagonista de la campaña 2022/2023. Y, como en la década de 1970 ya fines de la de 1990, el fenómeno se repetirá por tercera vez consecutiva. Oficialmente no está confirmado, pero los modelos internacionales ya auguran que la sequía volverá a decir «presente», poniendo en jaque la producción y generando numerosas complicaciones en todas las economías regionales.

Según los expertos se transita a una primavera y fin de año con condiciones frías en el Océano Pacífico Ecuatorial, con intensidad entre débil y moderada. De esta forma, “la probabilidad de ocurrencia de La Niña es del 70 al 80%, aproximadamente el doble de la probabilidad calculada, según los datos históricos, es decir, la climatología”, han indicado desde INTA Clima y Agua.

El escenario es realmente preocupante, teniendo en cuenta además que el otoño fue muy seco y el invierno siguió un camino muy similar. De hecho, en la Zona Núcleo el período abril-junio se mantendrá entre los más secos de la historia. Para la primavera y principios de verano, los informes estiman mayores probabilidades de ocurrencia de lluvias por debajo de lo normal sobre el este y norte argentino, acompañadas de temperaturas promedio entre normales y más frías.

Como se señaló, “la Niña” está cada vez más cerca y su continuidad obliga a los productores a rediseñar estrategias y planificar de la mejor manera posible. “Más horas de escritorio y menos en el campo” da la impresión de que podría ser un eslogan adaptable a los tiempos, pues los últimos “bofetadas climáticas” han tenido un fuerte impacto en los márgenes de miles de empresas agrícolas. De ahí surge la gran pregunta, ¿qué hacer?

escenarios

El cultivo que seguramente perderá terreno, ya manos de la soja, será el maíz. La temporada pasada, el cereal sembrado temprano fue el más afectado por la sequía y, ante una previsión meteorológica similar para lo que viene, las dudas crecen. Un dato: es el cultivo más caro a la hora de implantar.

En algunas zonas, como el centro norte de Santa Fe, ya se inició la siembra de maíz de primera, pero no se espera un crecimiento en la zona y, en esa zona, también se destina a ensilaje y reservas, pensando en los rebaños lecheros existentes.

En la Zona Núcleo, netamente agrícola, las proyecciones son desalentadoras. De acuerdo con lo informado por la Guía Estratégica de la Agricultura (GEA) habrá 180.000 hectáreas menos respecto a la campaña pasada y se sembrarían 1,66 millones. Como se mencionó anteriormente, esta es una de las regiones más afectadas por la sequía en las últimas dos temporadas y los productores no tienen intención de convertirse en “héroes”.

“El objetivo es producir para cubrir los costos base (costos de indiferencia) en lugar de buscar el mayor potencial posible y el primer ajuste está en la fertilización nitrogenada”, admitieron aliviados los productores. Y aparece otro indicio de incertidumbre y temor: el paquete tecnológico también se verá afectado.

Desde la Bolsa de Cereales de Buenos Aires han pronosticado una disminución de la superficie sembrada de maíz a nivel nacional. Los expertos proyectan una superficie total de maíz con destino a grano comercial de 7.500.000 hectáreas para la nueva campaña, sujeta a la evolución de las variables económicas y climáticas (lluvias, temperaturas, etc.) a lo largo de la ventana de siembra extensiva. La estimación actual refleja una reducción interanual de la superficie plantada del -2,6% (es decir, unas 200.000 hectáreas por debajo de la campaña anterior)

Insumos y costos

Cabe considerar que las plantaciones de maíz requieren una mayor inversión por hectárea en relación al resto de los cultivos, en un contexto donde los costos de producción también se encuentran en valores históricamente altos. Paradójicamente, la relación insumo-producto del maíz se ha ido deteriorando en relación a campañas anteriores, reflejando un menor poder adquisitivo por parte del productor.

“Gran parte de esto se debe no solo a las recientes caídas en los precios del maíz, sino también a los altos costos de los insumos, que este último año sufrieron grandes aumentos y, a pesar de las últimas caídas, se mantienen en niveles históricamente altos como producto. de las políticas comerciales chinas y la invasión rusa”, indicaron los técnicos.

Con respecto a ese punto, el precio de la urea con relación a agosto del año pasado es 53% superior, a pesar de la caída de 30% que promedia desde abril de este año. Una tendencia similar se encuentra para el fosfato, que es un 57% superior a las cifras de agosto de 2021.

En consecuencia, las relaciones insumo-producto se deterioraron para el maíz y el resto de los cultivos, ya que se necesitaría un 34% y un 40% más de grano para comprar la misma cantidad de fertilizantes y combustibles con respecto a la campaña 2021/22. .


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