La pobreza sigue afectando a la mitad de los niños argentinos |

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó esta semana que la pobreza en Argentina cayó del 37,3 por ciento al 36,5 por ciento. La tasa de indigencia, por su parte, pasó de 8,2 por ciento a 8,8 por ciento. La situación es más grave si se consideran menores de edad. Para el organismo de estadística, las cifras alcanzan el 51,5 por ciento y el 13,2 por ciento en estos grupos de edad, respectivamente.

Dentro del concepto de indigencia, se consideran aquellas personas que no cuentan con ingresos suficientes para cubrir una canasta de alimentos capaz de satisfacer un umbral mínimo de necesidades energéticas y proteicas, denominado Canasta Básica de Alimentos (CBA). Mientras que para la pobreza no solo se considera el consumo mínimo de alimentos, sino también otros consumos básicos no alimentarios, bienes y servicios no alimentarios (ropa, transporte, educación, salud, etc.) para obtener el valor del Total Básico. Cesta .

En esa línea, el Investigador Jefe y Coordinador del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA), Agustín Salvia, advirtió tras conocer las cifras del INDEC: «Las tendencias marcan un índice de pobreza aún mayor para el tercer y cuarto trimestre de También aumentará el número de indigentes, ya que son los más desprotegidos en el trabajo y sin redes de apoyo”. «Para volver a niveles de entre 25 y 30 por ciento de pobreza es necesario que la inflación baje por lo menos a la mitad. Pero eso significa, sí o sí, estabilizar la economía argentina», explicó.

Es importante señalar que los datos de pobreza e indigencia anunciados por el INDEC contemplan el primer semestre del año. Por esta razón, los efectos del salto de la inflación a más del 7 por ciento mensual no se incluyeron en este informe y se pueden ver a partir del próximo. Y el hecho de que en julio los salarios hayan perdido frente a la inflación ya es una señal.

Por su parte, el Observatorio de la Deuda Social de Argentina de la UCA reveló en 2021 que la pobreza alcanzó el 43,8 por ciento en 2021, mientras que en los menores alcanzó el 64,9 por ciento. Según los datos que arrojan estos informes, desde 2018 el porcentaje de niños, niñas o adolescentes pobres supera la mitad del total. Mientras que la indigencia en este grupo de edad tiene dos dígitos desde ese mismo año, alcanzando el 14,9 por ciento en 2021.

El Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, elaborado por esta casa de altos estudios, aporta otros datos que permiten dimensionar el problema social que implica que más de la mitad de los menores sean pobres. Se analizan desde el punto de vista de la alimentación, la salud, el hábitat, la subsistencia, la crianza y socialización, la información, la educación y el trabajo infantil.

Además, se señala que las regiones más afectadas por la pobreza infantil son los distritos del Gran Buenos Aires, Cuyo y NOA, mientras que el indicador de la Ciudad de Buenos Aires es la mitad del promedio nacional. En cuanto a la indigencia en menores, las zonas más complicadas son el NEA, los partidos del Gran Buenos Aires y la Región Pampeana. La Ciudad de Buenos Aires tiene un nivel cuatro veces inferior al balance general.

La seguridad alimentaria en la niñez y adolescencia no está garantizada en el país. A lo largo de la última década se registraron niveles superiores al 20 por ciento, alcanzando un pico del 37 por ciento durante el momento más restrictivo de la pandemia. En 2021 ese nivel bajó, pero todavía 1 de cada 3 niños y adolescentes experimentó dietas reducidas debido a problemas económicos (inseguridad alimentaria total) y el 14 por ciento experimentó situaciones de «hambre» (inseguridad alimentaria severa).

En 2021, el 36 por ciento de los niños, niñas y adolescentes recibieron algún tipo de alimentación gratuita directa en los comedores, la escuela u otros espacios. El número máximo se alcanzó en 2020, cuando casi la mitad tuvo que acudir a uno de estos lugares para recibir un vaso de leche, merienda o almuerzo.

En materia de salud, más de la mitad de los menores en Argentina no cuentan con trabajo social, mutual o prepago. De esta manera dependen exclusivamente de los servicios de salud estatales. Esto implica que pertenecen a hogares en los que sus adultos de referencia se integran al mercado laboral (en el caso de tener un empleo) de manera informal y precaria. A medida que desciende el estrato social de los hogares, la cobertura del sistema estatal de salud como única opción aumenta y supera el 80 por ciento. Asimismo, los datos muestran que más de la mitad de los niños o adolescentes no se realizó un control odontológico en el último año, mientras que casi un tercio no acudió al médico para un control de salud.

Otro de los puntos analizados es el espacio del hábitat de la vida. Allí, más del 20 por ciento de los menores sufrían condiciones de hacinamiento, compartiendo la habitación habitable con tres o más personas. Una figura similar presentó déficit en la calidad de su vivienda, siendo de construcción precaria, un cuarto, un conventillo, un cuarto de hotel, una casa de adobe, madera, chapa y/o cartón.

Asimismo, el 36 por ciento presentó déficit en el medio ambiente. Por ello, se consideran viviendas cercanas a zonas contaminadas como fábricas contaminantes, basureros, quema de basura o plagas. Y el 42 por ciento sufría de falta de saneamiento en su hogar. Se entiende por viviendas que no cuentan con alcantarillado, agua corriente y/o…

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