abril 19, 2024

Para el presidente demócrata de 80 años, que hasta el momento no ha formalizado su candidatura a las elecciones de 2024, este discurso de política general ante el Congreso le permitirá esbozar cuáles serán sus temas de campaña, cuando su agenda de promesas sigue casi inamovible.

Biden, el presidente de mayor edad en la historia de Estados Unidos, deberá convencer a sus compatriotas de que aún le faltan cuatro años más para culminar proyectos a un costo económico, político y social sin precedentes en la historia del país. La factura final será para los contribuyentes.

El ocupante de la Casa Blanca prometió relanzar la maquinaria industrial estadounidense en beneficio de la clase media; sanar un país atormentado; y asegurar la autoridad de Estados Unidos frente a regímenes cada vez más inmorales y descarados, encabezados por China. Nada de esto se ha cumplido y algunas de sus intenciones han sido catastróficas para Estados Unidos, como la salida de Afganistán, una economía en recesión con la peor inflación en cinco décadas; sin el famoso pacto con Irán que prometió, con una guerra en Ucrania -motivada por Washington- que ya ha costado a los contribuyentes estadounidenses casi 120.000 millones de dólares, entre otros fracasos.

Biden cosecha decepciones: según una encuesta del diario de izquierda The Washington Post y el canal, de la misma tendencia, ABC, el 62% de los estadounidenses cree que «no ha hecho mucho» o «casi nada» desde que asumió el cargo en enero de 2021.

Los problemas se suman a Biden

La agenda de Biden, marcada por premisas de extrema izquierda, ha agudizado la falta de carisma, la falta de oratoria y su visible incapacidad física y psíquica para desempeñar el cargo que ocupa. Casi irónicamente, el titular de la Casa Blanca solo apela a su trayectoria, cuando en realidad su trayectoria es opaca y con pocos elementos a destacar.

A pesar de que Biden tiene muy poco a su favor, los antitrumpistas y anticonservadores volverían a votar por él, aunque defina el futuro y el rumbo inmediato de la nación, ahora bajo total incertidumbre y con la brújula rota.

Las encuestas de opinión muestran que incluso las grandes apuestas de Biden no impresionan al electorado, y mucho menos con una economía en declive y políticas desacertadas, con un exceso demostrado de abuso de poder. También lo persiguen y lo salpican el escándalo de su hijo Hunter Biden y las decenas de documentos secretos y ultrasecretos encontrados o «revelados» en sus residencias y oficinas privadas desde la época en que fue vicepresidente en el gobierno de Barack Obama. . Un vicepresidente no tiene la autoridad legal para conservar ningún documento confidencial, y mucho menos para desclasificarlo, a diferencia de los presidentes.

Sin embargo, los asesores de Biden no se dan por vencidos y planean una serie de viajes para «mostrar cómo el programa del presidente ‘crea’ empleos y es beneficioso, cuando ha disparado el costo de vida de los estadounidenses a niveles no vistos en varias décadas (9,1 % inflación en junio de 2022), sin entrar en detalles sobre el caos desde hace dos años en la frontera sur del país, ni sobre su cadena de registros negativos en indicadores económicos.

La apuesta de sus asesores es que, dado que Biden no despierta fervor y mucho menos resultados, se puede apelar al sentido anticonservador de los votantes.

De hecho, el principal asesor económico de Biden renunció a su cargo en la Casa Blanca a mitad de mandato, quizá con la intención de no formar parte de la incongruente gestión del presidente y sus desastrosos resultados hasta el final.

Tantas o más divisiones que antes

Frente a los republicanos, Biden debería haberse mostrado como un presidente pragmático, abierto al diálogo político. Pero no ha sido así. Ha sido desafiante y arrogante, incluso ahora que los republicanos controlan la Cámara de Representantes. Ahora, finalmente, cuando no le ha quedado otra alternativa, entonces va a la negociación como en el caso de la deuda de EE.UU. con el líder de la Cámara Baja Kevin McCarthy.

Según la encuesta de Post y ABC, el 62% de los estadounidenses estarían «decepcionados» o «descontentos» si Biden fuera reelegido en 2024.

Una de las estrategias que ha hundido a la administración Biden es la prioridad que le da a los asuntos internacionales, sin relevancia directa para los estadounidenses. Lo mismo que hizo en 2022.

El año pasado, Biden se dirigió al Congreso unos días después de la invasión de Ucrania y prometió a los estadounidenses que «todo estaría bien». Sin embargo, nadie tiene razón, ni en la guerra de Ucrania, ni en las sanciones de Washington contra Rusia cuando Europa vive una de sus peores trampas económicas a raíz de la guerra.

Ahora se espera qué dirá Biden sobre China, después de permitir que globos espías aterricen y vuelen sobre bases militares con misiles nucleares en Montana y sobre muchos otros puestos de mando militares estadounidenses.

Los republicanos le acusan directamente de falta de firmeza en el caso de espiar a China en sentido general y de actuar con demasiada pasividad y mano blanda frente a los enemigos jurados de EEUU.

Nikki Haley, exembajadora de la ONU durante la administración Trump, tuiteó: «Biden dejó que China nos pisoteara. Es hora de que Estados Unidos vuelva a ser fuerte».

lmorales@diariolasamericas.com


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