Se desplegarán expertos en desinformación en las oficinas de la Unión Europea en todo el mundo para contrarrestar las narrativas falsas difundidas por actores malignos, incluidos Rusia y China, dijo el martes el principal diplomático del bloque.
«Todas nuestras delegaciones estarán equipadas con expertos en la lucha contra la desinformación en muchas partes del mundo para que nuestra voz se escuche mejor», dijo Josep Borrell en una conferencia pública sobre la desinformación en Bruselas.
Agregó que en los últimos años, el gasto de Rusia para aumentar su capacidad de crear y difundir las llamadas noticias falsas para promover su agenda ha superado enormemente las inversiones europeas para contrarrestar dicha interferencia.
En respuesta, dijo, la UE y socios afines deberían crear una forma estandarizada e interoperable de compartir datos y análisis de campañas de desinformación extranjeras, pero también comprometerse más con las autoridades de todo el mundo para garantizar que se escuche la voz de la UE.
«Tenemos que abordar esto políticamente al más alto nivel posible», dijo Borrell.
«Estar más presentes, expresar mejor las realidades, participar en diferentes idiomas y medios: estamos acostumbrados a hablar inglés, pero puedo decirles que hay muchas personas en el mundo que no entienden inglés, por lo que debemos abordar en su idioma de otra manera».
‘Un instrumento crucial de guerra’
Su discurso estuvo acompañado por el lanzamiento del primer informe sobre manipulación de información extranjera y amenazas de interferencia por el Servicio Europeo de Acción Exterior (EEAS), en el que se analizaron 100 incidentes de desinformación detectados entre octubre y diciembre de 2022.
Encontró que el ecosistema ruso estuvo involucrado en 88 casos, mientras que los canales oficiales chinos estuvieron activos en 17 casos. Mientras tanto, se descubrió que actores de los dos países habían operado conjuntamente en cinco casos.
Los incidentes se presentaron en al menos 30 idiomas y tenían como objetivo principal llamar la atención sobre un actor o narrativa diferente o culpar a otros.
“Son maestros en eso. Invierten mucho. Utilizan a miles de personas y lo hacen de manera sistemática, permanente e industrializada. Eso es un arma”, dijo Borrel.
La mayoría de las campañas recientes de Rusia han buscado culpar a Kyiv y sus aliados occidentales por su invasión a gran escala de Ucrania y sus consecuencias en la economía global, y en particular en la seguridad energética y alimentaria.
“La batalla de la narrativa comenzó con la pandemia, al menos, y hoy eso está claro: esta guerra no solo la llevan a cabo los soldados en el campo de batalla, también se libra en el espacio de la información, tratando de ganarse el corazón y la mente de la gente. —dijo Borrel—.
«Rusia está utilizando la información, la manipulación y la interferencia como un instrumento crucial de esta guerra».
Creciente uso de herramientas diplomáticas
La producción y fabricación de contenido basado en imágenes y videos fueron las dos técnicas más recurrentes utilizadas por Rusia y China para difundir su desinformación, según el informe de EEAS.
Luego, estos son compartidos por una amplia gama de actores, incluidos, cada vez más, canales diplomáticos formales.
El ministro de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, por ejemplo, realizó múltiples viajes a África desde el comienzo de la guerra y culpó a las sanciones occidentales de impedir que Rusia exporte productos agrícolas, incluidos fertilizantes, lo que exacerbó la crisis alimentaria.
Mientras tanto, China ha ampliado sus tácticas en los últimos años al difundir repetidamente conspiraciones a través de sus diplomáticos, funcionarios y medios controlados por el estado, según el informe.
También hay evidencia de que Beijing está pagando a personas influyentes en las redes sociales con conexiones no reveladas a los medios controlados por el estado chino u otras estructuras, para contrarrestar las críticas sobre los problemas de derechos humanos de China y remodelar las narrativas sobre temas como Xinjiang.
El informe también enfatizó que las actividades de desinformación e interferencia de China no solo se enfocan en propagar su propio mensaje, sino también en suprimir voces o mensajes en competencia que socavarían su narrativa oficial.
